martes, abril 22

El poder del tacto.

No se puede subestimar el poder de una caricia.
Cuando era pequeña me pasaba el día persiguiendo a mis vecinas, para mi eran como mis hermanas mayores, el motivo era que quería que me “rascaran” la espalda. Realmente quería que me acariciaran la espalda, me tumbaba y aunque argumentaban para librarse de una pesada como yo, que si lo hacían me quedaba dormida, cosa totalmente falsa, nunca me quedo dormida con algo que disfruto plenamente.

No sólo me gusta que me acaricien, me gusta acariciar.
Un simple roce de la yema de mis dedos por la nuca o el cuello, que descienda suavemente por la espalda, se recree en los hombros, los costados, recorriendo la columna vertebral, mientras notas como al receptor de tus caricias se le eriza la piel y se estremece.

Para acariciar bien sólo se necesita un cosa, querer hacerlo.
A Limón no le gustaba demasiado, cuando le pedía que me acariciara la espalda (mi punto débil) después de dos minutos ya tenía sus manos en mis pechos y me estaba metiendo mano. Sin embargo le encantaba ser el que disfrutara de mis manos, dejando la modestia a un lado soy la leche.
Con Fresa es diferente, es un autentico fetichista de la piel, la mía le parece muy suave y disfruta acariciándola, sólo por su tacto. También disfruta mucho de mis cuidados.

Todo el mundo tiene una parte especialmente sensible.
En mi caso es la espalda, todo lo que recorre mi columna vertebral, la nuca me pone a cien, en las lumbares me relaja, pero la zona que me da especial gustito es la axila, soy de las pocas personas que hay no tengo cosquillas, pero esa porción de piel es muy sensible.
Otras personas enseguida tienen cosquillas, o no les gusta un lugar. A Limón le gustaba que le acariciaran o masajearan las piernas más que la espalda. A Fresa no le gusta que le acaricien el pelo.

Para hacerlo bien, método empírico, ensayo y error.
Cada uno tendrá sus técnicas, lo mío es a base de suaves roces, usando las dos manos y explorando todo lo que esté a mi alcance. El secreto es no insistir demasiado tiempo en una zona determinada. Debes también estar muy atento a las reacciones de la persona, a parte de lo que te diga, cuando se estremece o se pone la piel de gallina, vas por buen camino, hay puedes insistir hasta que notes que se pase el efecto.

Una piel suave es igual a exito.
Es importante cuidar la piel, tanto las manos como el resto del cuerpo. Exfoliarte, cremas hidratantes, estar bien depilada, los hombres depilados me dan yuyu, aunque hay que reconocer que es más agradable para las dos personas, sin pelo se siente más. Importante mejor que no haya pelo en la espalda.

No todo está en las manos.
Los labios, la lengua, los pies, la nariz, todo el cuerpo se debe aprovechar para acariciar y ser acariciada, con la intención que se quiera, ya sea relajante o sexual.
Es un placer gratuito, no transmite enfermedades, lo puedes hacer en público sin que nadie se escandalice (es cursi pero mola hacer manitas) y sobre todo es algo que une íntimamente, proporciona más intimidad y muestra más amor que el más salvaje de los polvos.

Continuará...

6 comentarios:

Carabiru dijo...

Hola!
Te he descubierto hoy gracias a Bira, y me he leído casi todas las entradas que tienes.

Transmites algo muy bueno, supongo que es esa sinceridad de la que has hablado por ahí abajo.

Me gusta mucho la naturalidad con la que tratas el tema sexual. :)

Y ahora al lío de esta entrada:

A mí también me encantan las caricias, me dejaría acariciar durante horas, jejejeje, aunque inevitablemente a veces unas cosas llevan a otras y acabas en menesteres igual de agradables.
Por otra parte también me encanta acariciar.

Tienes razón, acariciando se muestra mucho más amor que de casi cualquier otra manera.

Salu2

Anónimo dijo...

...mmmm... caricias después del sexo ¿Quién puede resistirse?

missmostoles dijo...

Y que te toquen el pelito...
Me gustan los cambios, el correíto y las caricias. Cómo escribes, nena!

anselmo dijo...

Verde de envidia estoy por como escribes y por tu vida...enhorabuena

BIRA dijo...

Ciertamente pocas cosas hay que transmitan tanta ternura.

Y añado, si me lo permites, que no sólo son tremendamente agradables entre humanos. Acaricio muchísiiiiiimo a mis gatos, y les encanta. Ver esas caritas tiernas, esos ojos entrecerrados, dejándose abandonados al placer pero siempre vigilantes (cuánto tenemos que aprender de ellos!). Eso sí, como son tan tremendamente egoístas, sólo Bootje me corresponde con tremendos lametones. Supongo que es su manera de corresponderme.

Magnífico tu post!.

Caramelo dijo...

Caribu, gracias por leerme, espero verte más por aquí.

Golfo, suscribo tu ...mmmmmm...

Miss, sólo puedo decirte gracias.

Anselmo, exageras, pero está muy bien para mi ego lo que dices.

Bira, también adoro a los gatos, yo tengo dos, ya hablaré de ellos más adelante. Bienvenida al blog.