Se ha criado en un convento, por lo que sabe de su pasado sus padres pueden ser ricos aristócratas, yonquis tirados, o una mezcla de ambos.
La abandonaron un 12 de julio, día de Santa Verónica, hace 30 años en la puerta de una conocida iglesia del barrio de Salamanca en Madrid, iglesia protagonista de un vuelo famoso ocurrido unos cuantos años antes de su nacimiento. Aún con el cordón umbilical atado con un cordón de zapatillas y envuelta en una toalla de una conocida cadena de hoteles, esa es la única pista que tiene sobre su pasado.
La razón por la que terminó en un convento en lugar de ser dada en adopción o ir a un centro estatal es un misterio, pero la madre superiora del convento consiguió que la nombraran su tutora legal, y aunque un periodista investigó tan espinoso asunto, nunca llegó a salir a la luz pública.
La vida en el convento fue dura, gestionado por las Hermanas Trinitarias del Verbo Encendido, la obligación de rezar cinco veces al día, la férrea disciplina y largos ejercicios espirituales, la convirtieron en una completa descreída, sumado al hecho de que con 12 años, la obligación de confesarse con el Padre Federico fuera una tortura. Este pequeño y gordinflón curilla se regocijaba preguntándole por sus pensamientos impuros, era completamente repugnante, calvo, siempre sudando y con unas manos pequeñas, a Verónica siempre le recordó a un cerdito de dibujos animados.
Esté cura era su mayor referencia masculina, debido a estar recluida en un convento y estudiar en un colegio femenino próximo a éste, se planteó seriamente si era lesbiana en un periodo confuso de su vida, por lo que se convirtió en un ser huraño que se pasaba el día estudiando, sobre todo idiomas, su objetivo era salir de allí y tenía que estar preparada para lo que fuera necesario.
Estaba viviendo en un convento, e iba a un colegio perteneciente al Opus Dei, y dejando a un lado la ortodoxia que se practicaba en él, ofrecía una gran oportunidad para sus estudios y relaciones, teniendo a las hijas de la alta burguesía madrileña como compañeras, que si bien la ignoraban, era útil conocer los recovecos de la cerrada sociedad a la que pertenecían.
Terminó su condena en esa especie de cárcel con 18 años, dónde la tuvieron prácticamente presa, con apenas unas horas libres por la tarde que aprovechaba para trabajar limpiando una casa y tener algo de dinero.
Empezó a vivir por su cuenta trabajando en lo que surgía, y viviendo de ocupa en un viejo edificio próximo a la Estación de Atocha, lo que le dio para conocer a interesantes personajes, entre hippies trasnochados, inmigrantes ilegales, mendigos, putas y locos.
Su lema siempre fue, de todo el mundo siempre puedes aprender algo, y sobre todo nunca sabes cuando los vas a necesitar o utilizar.
De gran atractivo físico, no una supermodelo, pero con la suficiente belleza y curvas para hacer girar a los hombres la cabeza cuando iba por la calle, supo aprovecharlo cuando después de algún desengaño amoroso (fue criada en un convento, pero de inocente tenía poco) comenzó a usar a los hombres para sus fines, no era prostituta, sus relaciones eran formales pero sin compromisos, era siempre la otra, y se dedicaba a aceptar regalos para financiar sus estudios de antropología por la UNED, su verdadera pasión. Era más cómodo ser amante profesional que trabajar de camarera, y aguantar a jefes salidos.
Combinó sus estudios universitarios con el estudio de idiomas, a los 25 años era una perfecta políglota, que se defendía en inglés, alemán, francés, italiano y conocía algo de japonés, cortesía de los numerosos viajes con sus internacionales amantes. Además leía perfectamente latín y griego, fue lo único positivo que aprendió del Padre Federico, incluido en su aprendizaje el dolor de sus pellizcos en el culo.
Aguantó estoicamente sus años en el convento, a cambio de una esmerada educación, y aprendió de sus compañeras como moverse entre la alta sociedad, podría haber sido una gran actriz, de hecho lo era, pero eligió otro camino.
Su obsesión no era conocer sus orígenes cercanos, sino el pasado de la humanidad, su odio hacia la religión le llevaba a investigar el origen de todas ellas, especialmente el cristianismo.
Cuando terminó sus estudios, era la amante de un importante hombre de negocios dueño de un grupo de comunicación, no tenía problemas de dinero e inició su doctorado que la llevó a viajar por medio mundo, con las influencias de su poderoso amante y mecenas tuvo acceso a bibliotecas privadas, incluido el Vaticano, pudo examinar documentos increíbles, y llegó a tal grado de conocimiento que no pudo concluir su tesis, es demasiado abrumador lo que descubrió y nunca le dejaran publicarlo.
Actualmente está sumida en una profunda crisis existencial, ya no es atea, cree en algo, pero no en lo que ellos quieren que crea...
1 comentario:
Me gustaría saber lo que sabe Verónica,aunque a veces la ignorancia te protege de verdades abrumadoras.
¡Qué coño! Siempre he preferido las verdades insoportables a las cómodas mentiras y es que tengo algo de masoquista.
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